TERCER
ANIVERSARIO
EN EL
MUNDO VIRTUAL
(18-09-2010 – 18-09-2013)
Miguel Suárez Sandoval
Con fecha 05 de diciembre
del año 1987 publicamos PANORAMA SINDICAL y Pautas para una Política de
Salarios. Allí, a manera de prólogo, escribí lo siguiente:
NOTA PARA EL LECTOR
“… creyendo ser útil a la sociedad
me especialicé –como abogado– en Derecho del Trabajo.
Ahora quisiera tener nuevamente 30 años de edad. Pero no es posible volver en
el tiempo, a los 30 años; porque cuando la vejez comienza a posesionarse es
imposible que la juventud vuelva a reinar.
Al escoger mi especialidad cambié
los hábitos por la toga; pero no me di cuenta de que el camino que estaba tomando
era y es el mismo: el de la justicia, que es el del sacerdocio.
Todo
en la vida es negativo; solo el dolor es positivo. El dolor es el pago por el
derecho a disfrutar la vida; que hay que vivirla no porque sea bonita ni porque
nos agrade: la existencia hay que aceptarla y soportarla, más bien, cuando no
nos da placer. ¡Eh, ahí el lado ético de nuestra conducta!: “VIVIR” sobre la
Tierra, no por el beneplácito que nos causa la vida, sino por el deber de vivirla.
El hombre es el fin porque es
hombre. Y no puede ser usado como un medio; las cosas son un medio. Culpar a la
vida de lo que en su trayectoria no hemos podido alcanzar es confundir el medio
con el fin. La satisfacción en la vida es consecuencia de nuestras acciones;
pero, si el hombre es el fin, la vida –que no es el hombre– es un medio.
Si truncáramos la trayectoria de
nuestra vida por la insatisfacción, sería confundir los medios con el fin. Y
estaríamos, nosotros mismos, equiparándonos con las cosas.
En mis momentos de soledad me
digo: “¡Adelante en la lucha que para luchar nacimos!”. Y es por eso que
seguiré en mi especialidad… ¡Aunque, en mi proceder, ninguno me entienda!”
Como
diría un hermano mexicano, en lo referente al tiempo, a penas ha pasado “un
tantito”. Pero en él he llegado a comprender que reconocer la sabiduría ajena post
mórtem es gozar de mejor comprensión y no constituye compromiso para nadie.
La vida,
sinfonía amarga, es el deleite de los que han perdido –por rudos golpes de la vida en reiterado sacrificio– los refinamientos de la sociedad a
cambio de “tranquilidad”.
La
sinfonía amarga no es afín al poder mundano que los humanos buscamos, porque el
dominio terrenal es flor de un día, que nace con el alba y muere en el
crepúsculo. Algunos hombres no tienen cabida hoy, porque su obra no está hecha
solo para ahora, sino para el mañana.
“… el
Derecho del trabajo o Laboral es un derecho protector. Nace para corregir los
males que aquejan al trabajador por cuenta ajena. Como diría Miguel de
Cervantes y Saavedra, nace para “enderezar entuertos”. O, dicho de otro modo, nace
para proteger al trabajador pobre que no tiene más que su “energía de trabajo”
y defenderlo en su dignidad humana. No al empresario, no al trabajo –como equivocadamente se quiere
establecer (un lapsus intellectus)–
ni mucho menos a los resultados de la actividad económica.
Nos dice
el juslaboralista peruano José Montenegro Baca, que el Derecho del Trabajo
empezó reglamentando problemas referentes a la jornada de trabajo y al salario (Jornada de Trabajo y
Descanso Remunerados. T. I., pág. 2).
Ante las
pésimas condiciones de vida que tenían y aún tienen los trabajadores
subordinados ante su empleador y la autoridad laboral, surge el Derecho del
Trabajo y es obligación del Estado custodiar el vínculo formado (Relación del
Trabajo) al ejercer la actividad laboral entre el trabajador y su dador de
trabajo, sea persona real o jurídica, en su estructura y al trabajador en su
dignidad humana (Ver: Trabajador).
Recalcamos que “… la finalidad del Derecho del Trabajo
consiste… en la protección moral y material de los trabajadores, en el
reconocimiento de derechos y en el imperio de la seguridad y justicia
sociales”, nos dicen Enrique R. Aftalión, Fernando García Olano y José
Vilanova. (Introducción al Derecho, pág.
716.
Al
juslaboralista no lo entiende ni su consorte. Y si hubiese alguien que nos
pruebe lo contrario esa persona sería su MADRE; porque ella sí cree lo que
afirma su hijo: el entenderlo le resulta un dogma.
El
juslaboralista debe estar preparado para el debate; pero antes, comprender que
lo que se ataca y de quien debe defenderse no es del oponente sino de la idea.
Una idea se combate con otra idea.
El
laboralista es como el gitano que canta lo que siente, y siente lo que canta.
La diferencia posiblemente esté en que el primero no piense en caló.
Lima, 18 de
septiembre del 2013.
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