LA MANO
DE OBRA Y EL PROBLEMA
DE LA
GLOBALIZACIÓN
Miguel Suárez Sandoval
La globalización ha impuesto al mundo laboral
una gran rapidez y competencia en diversas modalidades; igualmente nuevas
formas de trabajo y categorías para los trabajadores por cuenta ajena; entre otras
la duración de la jornada laboral diaria e irrespeto a la dignidad de los
miembros de la mano de obra, incluso a las trabajadoras (mano de obra femenina)
futuras madres de familia conductoras de la sociedad, para lo cual los empresarios
dadores de trabajo, o grandes inversionistas, vienen buscando afanosamente la
satisfacción de sus pretensiones; idean nuevos sistemas que propicien el
desconocimiento de las condiciones de trabajo, justos salarios y jornada máxima
legal. En otros términos, anhelan una nueva legislación que desconozca los fundamentos
del Derecho del Trabajo o Laboral y que solo contenga las aspiraciones de las
grandes organizaciones mundiales.
Todas
estas diversificaciones al trabajador por cuenta ajena lo vuelven más vulnerable
conforme ignora la existencia de la relación laboral; sobre todo, a la mano de
obra femenina y mayormente ocupándola en trabajos en negro.
La
globalización podríamos decir que es la integración de las economías del mundo
a través del comercio y los flujos financieros, que han impulsado el
desplazamiento de la mano de obra, y una transferencia de conocimientos que se difunden
con el nombre de “tecnología”, no obstante la limitación de las fronteras. Las pequeñas empresas han sido o
son absorbidas por las más grandes llamadas “empresas tecnológicas”, lo que se
ha dado en determinar la “nueva
economía”.
La
globalización o internacionalización de la economía, que procura integrar al
comercio –cuando menos hasta ahora– no ha logrado integrar a los pueblos; con
la creciente tecnología la apreciación de la mano de obra fluctúa
constantemente; con la globalización crece la región, crece el país y los bienes
salen más baratos a costa de la utilización inhumana de los trabajadores por
cuenta ajena.
La globalización
es un fenómeno ya antiguo, que se calcula tiene más o menos cien (100) años.
Pero, recién en la segunda mitad del siglo XX ha avanzado debido a las
comunicaciones electrónicas modernas.
Los
estudiosos consideran que no se produjo el avance debido a las guerras
mundiales, porque en ese lapso los países “cerraron sus economías” y adoptaron
medidas proteccionistas y gran control de sus capitales.
La mano
de obra y las «cosas» que entran en el comercio de los hombres, aumenta y
disminuye en su valor dando un precio natural y otro en el mercado (Luis E. de
la Villa, Carlos Palomeque: Introducción a la Economía del Trabajo, pág. 579).
El
primero es el precio necesario que permite a los trabajadores subsistir y
perpetuarse; éste se estima por el número de alimentos que en el mercado puede
adquirir el trabajador para su beneficio y el de su familia con el monto del
salario que percibe.
El precio
de la mano de obra en el mercado, es el que realmente se paga en función de la
proporción existente entre la oferta y la demanda. Es costosa cuando escasea y
barata cuando abunda. Si el precio del mercado excede al precio natural, la situación
de los trabajadores es floreciente porque con su salario pueden comprar mayor
número de bienes en beneficio de una próspera familia; pero, cuando al
contrario, por ejemplo a la creciente de la población, los salarios caen, es
decir, cuando el precio del mercado es superior al precio natural, la condición
de los trabajadores es mísera.
Nos dice
Julio Armando Rodríguez Ortega: «… el nivel de los salarios depende
fundamentalmente de la oferta y la demanda». Y añade que: «… en la medida en
que abunde la mano de obra, los salarios serán relativamente bajos; en tanto si
escasea la mano de obra, los salarios serán
relativamente altos» (El Salario, pág. 31).
El
objetivo final de una empresa es vender su producto en el mercado, y la
situación del mercado no dejará de influir profundamente en el empleador, incluso
a nivel de las relaciones laborales. Cicerón, al igual que Séneca consideraban
al comercio como algo que: «… subordinaban al hombre; ya sea a otros hombres,
ya sea a la ganancia…». Y añadían que: «… los comerciantes no pueden vender sin
mentir». (Felice Battaglia: Filosofía del Trabajo, pág. 19). En el personal, lo
quieran o no, lo digan o lo oculten los capitalistas, los trabajadores sufren
las consecuencias y pagan por la mala administración (mercado financiero). Y
todo esto cobra mayor importancia en los períodos de depresión. En momentos que
(2009), por una falta de control hacia las unidades financieras (mercado
bursátil) de los Estados Unidos de América, la clase trabajadora es la más
perjudicada porque la ignoran.
Ahora,
como uno de los efectos de la globalización, apareció una gran oferta de mano
de obra y los empleadores se han puesto más exigentes en la selección del
personal; por ejemplo, hace dos o tres décadas se imponía como edad máxima para
contratar personal, que no supere los treinta y cinco años de edad; pero, ahora
se ven letreros en Lima en las casas comerciales solicitando personal, que
dicen: «Se solicita personal entre los 18 y 25 años». La cuestión de la edad
para el trabajador manual siempre ha sido un problema, agudizándose éste en los
trabajos en equipo. Hoy no es muy fácil, pero se puede superar esa deficiencia
si el solicitante cuenta con nuevas formas de hacer las cosas, según Richard
Beatty, quien agrega que: «si el candidato es profesional y está
tecnológicamente al día, los empleadores ignorarán el tema de la edad».
En los
años iniciales del siglo XX, cuando se despedía a un trabajador, durante el
aviso se le daba una hora semanal para que buscase un nuevo empleo; ese derecho
se perdió; pero, con la tecnología se puede hacer usando el Internet, aunque no
es fácil para el trabajador humilde. (El Comercio de Lima, viernes, 9 de junio
del 2006).
Muchos,
en particular los trabajadores, sobre todo los manuales medianamente cultos,
consideran a la globalización una “hostilidad”. Sienten temor porque creen que
origina mayor desigualdad y discriminación a nivel nacional. Nadie mejor que
ellos “para saber dónde los aprieta más el zapato”. Comprobado está que amenaza
el empleo, y que esto, en muchos casos, anula la posibilidad de creación de
nuevos puestos de trabajo. En síntesis es un obstáculo para la recuperación de
la clase trabajadora.
Los
grandes capitalistas –empresarios del mundo– después de la segunda Guerra
Mundial idearon y crearon para ellos un mundo ad hoc, donde solo ellos pueden
desplazarse (porque lo conocen bien) con inmensas cantidades de dinero, con un
modus operandi según y para sus objetivos (reducir al mínimo la mano de obra)
para los efectos de su protección y opresión de terceros, implícitamente hasta
los Estados miembros de la Organización, según dicen, para beneficio de todos
sus miembros.
Estas
organizaciones no son conocidas por terceros donde no pueden ingresar, ni son
materia de su preocupación aún siendo elementos indiscutibles de la producción,
por más organizados que puedan estar.
En estas
organizaciones internacionales se decide y conduce la línea directriz de la
economía del mundo. En estas organizaciones se traza la Política Salarial
mundial; hasta se reduce y se dispone del salario mínimo vital en el ámbito de
los Estados miembros –ahora el pretexto es la crisis económica– sin importarles
la desnutrición de las generaciones futuras ni las campañas para la reducción
de la pobreza. Y el gran porqué de todo esto es que los trabajadores con los
dirigentes sindicales del mundo y la falta de líderes –en muchísimas regiones
de la Tierra– no han creado una organización paralela que sirva de contrapeso,
porque tampoco tienen la suficiente capacidad cultural.
“A medida
que la sociedad evoluciona, que la mujer pasa a formar parte del mundo laboral
y toma funciones que tradicionalmente aparecían reservadas para los hombres,
las características de un género dejan de ser tales…”
“Actualmente
los hombres realizan conductas que hace unos años era impensable que se
llevasen a cabo, debido a que estaban destinadas a ser hechas por las mujeres y
viceversa” (Pablo Vera Villarroel Ph.D. y Luis Armando Oblitas Ph.D. – Manual
de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos de Psicología Clínica y de la Salud).
La
globalización en el sector servicios, en las últimas décadas, ha estimulado las
migraciones, en especial entre los trabajadores de la salud. Cuba, por ejemplo,
ha exportado cientos de trabajadores de la salud a países con los que tiene
acuerdos bilaterales, como China, la India, Indonesia y Vietnam. Estas
migraciones se ven limitadas cuando los títulos que otorgan en su país de
origen no tienen valor internacional. En Filipinas el 8% de la población vive
en el extranjero, y en los últimos años, el gobierno ha estado formando
trabajadores sanitarios, principalmente enfermeras que son graduadas en Estados
Unidos; y el gobierno, con las remesas que envían a su país de origen, financia
el desarrollo nacional. El Banco Central de Filipinas, en el 2004, registró
envíos por el valor de 8,5 millones de dólares.
Pearce
Davis y Gerald J. Matchetl llaman a esta circunstancia «demanda derivada». Ésta
depende en gran parte de la combinación de los factores de la producción; entre
otros, la tecnología que ha reducido el número de trabajadores para una obra.
La
globalización afecta a la clase trabajadora por la disminución de puestos de
trabajo, que se agrava por la falta de
control de los Estados, sobre la cuestión social y los efectos de la Tercera
Revolución Industrial.
La
globalización genera cada día empobrecimiento no sólo mediante la eliminación
de puestos de trabajo, la flexibilización y la desregularización salarial que
disminuye el salario real y también reduce la asistencia a los asalariados y
desempleados.
Por
efectos de la Política Exterior, el petróleo –re-calcamos– tuvo una gran subida
(temporal) en su precio; por tal motivo, las grandes empresas de transporte se
fusionaron y posteriormente, para sobrevivir, anunciaron grandes despidos; pero
eso solo fue la antesala de una gran crisis mundial en la que hasta ahora se
debate el mundo (2008); con esto la tecnología y otras circunstancias, los
trabajadores ven y sienten que sus derechos tradicionales y el disfrute de sus
libertades clásicas se van derrumbando. Por ejemplo, con el desarrollo de la
computación e informática, los trabajadores particularmente las mujeres son más
vulnerables, en grado imprevisible, de tal forma que en la mayoría de los casos
el empleador conoce a todos y cada uno de sus trabajadores, aunque, en gran número
de veces, yendo contra la ley, violando el derecho a la privacidad e intimidad sancionado por la
legislación penal del trabajo comparada.
“Con la
globalización, “… la irrupción de la sociedad, de la informática, de las
tecnologías de la comunicación y la aparición de una nueva relación
capital/trabajo, aceleran la tercerización de la economía y, definitivamente,
hicieron desaparecer la industria pesada y gran parte de la manufactura…” (Juan
Somavía: Informe de la Organización Internacional del Trabajo [OIT] – 1999).
Todo esto
lo desvincula al trabajador, lo desconecta de una geografía conocida y de la
experiencia de generaciones.
Las
nuevas tecnologías tienden a un sistema más disperso de trabajo donde la
relación laboral no se basa en la confianza del trabajador sino en su rendimiento
y se le exige que tenga una suficiente instrucción y capacitación técnica, de
lo contrario se quedaría relegado en la nueva economía.
Las
condiciones de vida en algunos pueblos ha mejorado debido a las inversiones y
capital humano (mano de obra) y los avances en la tecnología, lo que en economía
se denomina “productividad total de los factores de producción”. Todo en el
mundo es relativo.
En la
medida que la globalización avance se necesitará mayor énfasis en la educación;
así como con la información y la comunicación. La educación debe ser una
preparación para la vida profesional. Actualmente la clase laboral en muchos
países adolece de una pobreza educativa por la carencia de
oportunidades para recibir educación, tanto laboral como pedagógica.
La
educación para el siglo XXI debe obedecer a políticas que beneficien a los
pobres: Procurar una mano de obra calificada, dar oportunidad a los trabajadores
de bajos salarios, encausarlos a encontrar un camino hacia la
profesionalización y la calificación, y ayudar a los que por alguna razón hayan
perdido su puesto de trabajo.
Por
ejemplo, en los Estados Unidos de América, en el año 2007 (antes de la crisis)
se creaban más o menos 90 mil puestos de trabajo mensuales; se puede decir que
en el año se crearon un millón de puestos. En el 2008, hasta junio, se había reducido
la oferta de trabajo en un tercio del número anterior; es decir, se perdieron
300 mil, a lo que habría que agregar la mano de obra que se iba incorporando. Y
se comentó que había 4 millones 400 mil
parados o desocupados (2011).
En los Estados
Unidos de América, de octubre del 2008 a marzo del 2009, se perdieron más de
3’700,000 empleos, lo cual fue considerado el más alto desempleo desde 1983.
Desde
comienzos de la segunda mitad del siglo XX, las élites intelectual y política
niegan su ayuda a la clase trabajadora, y ésta comienza a desconfiar de
aquellas, lo que da como primera consecuencia la desaparición de los líderes
gremiales a nivel nacional y, por lo tanto, la clase trabajadora deja de ser
actora en la cuestión social por falta de líderes nacionales o regionales. En
conclusión podemos decir que la clase trabajadora ha dejado de ser, lo que
doctrinariamente se determina, “sujeto social”, que en el tiempo de la crisis
económica global es necesarísima; sino veamos, por ejemplo, a España en sus relaciones con el sindicalismo en el País
Vasco: gracias a la agremiación de los trabajadores la crisis se ha
sobrellevado (2009). Como segunda consecuencia, sobre todo en los pueblos
alejados de las capitales (2011…) la aparición de líderes barriales de tendencias
e ideologías foráneas y radicales que buscan el sometimiento de la población
poco informada, anteponiendo al hambre como acicate. Y como una tercera
consecuencia es que la clase trabajadora no cree a los políticos. Los
trabajadores dicen: «preferible es un ignorante que está con los trabajadores,
que un sabio que ni nos menciona» (2006 – 2011). Y esto se repite desde las
últimas décadas del siglo XX.
Con la
globalización los gobiernos se han despreocupado de la tutela de los
trabajadores, sobre todo manuales antes llamados «obreros», dejan de ser de su
interés en aras de las grandes inversiones privadas a las que consideran el
motor de la economía. Pero la globalización arrastra a las mujeres a una
situación de inferioridad económica y las obligan a trabajar hasta una doble
jornada, con un 50% en negro. La globalización da una libertad plena; todos
pueden comprar y vender sin la intervención del Estado.
Ahora con
la globalización se ha creado un estado de violencia psicológica que produce
daños en la salud emocional del trabajador; y esa violencia va en aumento constante,
constituyendo característica en lo que va del siglo XXI.
Hoy la
clase trabajadora carece de una élite que los oriente, les señale sus objetivos
gremiales y la relación de éstos con la política del Estado y que los dirigentes dejen de coquetear con los
gobernantes, confundiéndose con los fariseos y los escribas (2000 – 2014). Además,
en muchos países en desarrollo, la mayoría de los partidos políticos no
demuestran tener poder, ni capacidad de convocatoria gremial por falta de
cultura especializada en la cuestión social. La clase gubernamental no cuenta
con una élite cultural con capacidad de convocatoria frente a la clase
trabajadora desde lo que va del siglo XXI, como la tuvo en los años del quince
al setenta del siglo XX; ni a nivel nacional ni regional. En conclusión: no hay
líderes gremiales, y a los gobernantes no les interesa como en los años
dieciocho al cincuenta y tantos del siglo pasado. Más interés se presta por el
campesinado, como lo dijo (Perú) un dirigente político de alto rango en aquel entonces
(1963).
“En el
ámbito laboral hoy tenemos un tipo de empresa muy diferente a la paradigmática
fábrica del siglo XX. Ha surgido un nuevo tipo de trabajador diferente al
‘obrero’, ‘empleado’ o profesional, que iniciaba su carrera laboral pensando en
la estabilidad, la flexibilización de la empresa y del empleo, y por la cultura
y la ideología de empleadores, hombres y mujeres, calificados y no calificados,
y aún profesionales y técnicos que caen en
la desprotección social, porque no caben en la
nominativa laboral” (Malva Espinoza, socióloga: Trabajo Decente y Protección
Social – Oficina Internacional del Trabajo).
Los
dirigentes sindicales, desde más o menos los años 70 del siglo XX, buscan
resolver su situación económica incursionando en política, conseguir un cargo
y, como no conocen la realidad del país, sólo les interesa conseguir su jubilación.
En todo
el mundo globalizado los sindicatos, generalmente, están desadaptados como consecuencia
de la mundialización o competencia internacional; y, debido a ella, dan
prioridad a los objetivos empresariales.
Los
organismos gremiales se han debilitado, porque la nueva forma de ver el mundo
industrial, textil y comercial los sorprendió. Y a sus dirigentes, siempre
reticentes al Derecho y Ciencias Económicas, la globalización los envolvió
haciéndoles de urgente necesidad un reciclamiento. “Si no sabes aprende, si
sabes enseña!” Dicho de otra forma, acordarse del deber sindical.
Con la
globalización de la economía, el trabajo informal aumenta sin cesar en los
países en desarrollo, que supera el
cincuenta por ciento de los trabajadores. En el Perú se comenta que de cada diez (10) nuevos
ocupados siete (7) son informales; que más o menos nueve (9) trabajan en
servicios y sólo cuatro (4) tienen seguridad social. Cabe aclarar que desde el 2009
se está impulsando el seguro universal; creemos que es porque con esto no se
afecta la campaña de nuevos inversionistas. La Confederación Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), en los primeros años del siglo XXI,
consideraba que el trabajo informal en el mundo superaba el veinticinco por
ciento (25%) de la población económicamente activa y que producía el treinta y
cinco por ciento (35%) del PBI (Producto Bruto Interno) mundial (Informativo
CIOSL, N° 2, marzo 2004 - Confederación Internacional de Organizaciones
Sindicales Libres – Bruselas, Bélgica).
El
economista del Banco Mundial, Julian Messina,
dice que “el 65 % de la fuerza laboral peruana es informal. Y agrega que en
esta cifra se incluye a los trabajadores dependientes y a los autoempleados sin
prestaciones sociales… (El Comercio – Lima, 4 de noviembre del 2012 –
Portafolio Económico, pág. 4).
Los
empresarios argumentan que la mano de obra es muy deficiente y que los costos
laborales altísimos afectan a la empresa, y, por tal motivo, tienen que reducir
el número de trabajadores que figuran en «planilla», porque creen que así
economizarán el 30% del total de los costos laborales, y prefieren a
trabajadores que trabajen bajo la modalidad de temporales o remunerados por
honorarios profesionales, pensando que comprometidos con esta modalidad no
tienen más responsabilidad que descontar el diez por ciento (10%); un craso
error. El enrolamiento del trabajador podría haberse iniciado con el mal
llamado «contrato del trabajo no personal», pero por el principio de la dinamicidad de la relación laboral se
va mejorando y transformando el proceso del desarrollo del trabajo. Y se concreta
en la existencia de una verdadera relación laboral entre el dador de trabajo y
el trabajador. Un lapsus intellectus que constituye delito, y dentro de la doctrina
se denomina explotación en “estado de necesidad” y es sancionado por el Derecho
Penal del Trabajo.
Además
hay ejecutorias que, basándose en el Principio de Primacía de la Realidad, se
declara por el Tribunal Constitucional (Perú) la existencia del vínculo laboral
o relación del trabajo.
En los
estudios realizados al sexto mes del año 2008, en el Perú, se percibía que la
demanda de mano de obra había aumentado en construcción civil y minería junto
con la banca. (El Comercio de Lima, del 11 de junio del 2008). Pero en las
últimas semanas del mismo año las empresas mineras anunciaron un nuevo despido
de centenares de miles de trabajadores debido a la no posible exportación de
ciertos minerales y la crisis económica mundial. Sin embargo, expresaron que en
el mes de junio de ese año (2008), con respecto al año anterior (el mismo mes)
hay un incremento de mano de obra en construcción civil, que sigue en aumento,
ocupándose inclusive mano de obra femenina.
Felipe
Aguirre, gerente general de Manpower - Perú, dice: «… que la eminente llegada
de capitales extranjeros han producido un aumento del optimismo en todos los
sectores económicos y en las regiones, se percibe que reciben los beneficios de
este crecimiento». A lo que podemos agregar que: «El economista Gustavo Yamada,
profesor de la Universidad del Pacífico, Lima, coincide con Aguirre y anota que
otros factores han contribuido a robustecer las expectativas de empleo con
los resultados de crecimiento del PBI.
Cualquier
exceso de demanda u oferta de mano de obra se corrige paulatinamente por sí
sola porque la competencia (de competir) por la poca oferta de mano de obra, o
lo contrario, escasez de trabajadores, empuja al salario en su valor, y como
una consecuencia se produce el equilibrio.
La
inclinación de la oferta o la demanda de mano de obra es muy cambiable. En el
año 2009 hubo mucha oferta de mano de obra (salarios bajos y ni siquiera un
salario mínimo vital equitativo) por el aumento de jóvenes que se preparan y la
tan cacareada crisis económica mundial; además, los grandes despidos y paros.
En
España, en el mes de junio del 2010, se anuncia que existían dos millones
cuatrocientos mil parados, como se les llama a los desocupados. En el 2012 la situación no había
mejorado.
Se habla
con veracidad o sin ella de inversiones «al crecer las empresas y nacer nuevos
negocios se demandará más mano de obra»; habrá trabajo para técnicos y
profesionales; los jóvenes se prepararán en las labores que se necesitan pero
si abundasen bajarían los salarios y nuevamente habría escasez.
Desaparecerán
los trabajos rutinarios, como sumar, atender solicitudes sencillas, información
telefónica que las realizarán las computadoras u ordenadores; se utilizarán
robots para cargar productos en pequeñas distancias para ordenarlas en los almacenes,
colocarlos donde se deban colocar, y así
en el depósito se podrá tener actividad las veinticuatro horas del día.
Los
robots, unos son programados y otros teledirigidos; unos tienen una apariencia
humana llamados «humanoides» y otros simplemente máquinas
No hay comentarios:
Publicar un comentario